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Cultura Ibérica

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Introducción

A partir de los siglos VI y V a.C., en la 2ª Edad del Hierro, se distinguen en la Península Ibérica unas culturas que individualizan unas áreas geográficas. En estos pueblos prerromanos existe una dualidad cultural:

  • Las zonas mediterráneas ocupadas por la Cultura Ibérica, abiertas a estímulos de los pueblos colonizadores.
  • La zona interior y regiones atlánticas, con carácter más arcaizante e influencia de pueblos célticos o hallstáticos relacionados con los Campos de Urnas peninsulares.

Con la llegada de los romanos comienza a producirse la romanización. Las áreas ibéricas se adaptan pronto a las costumbres romanas, mientras que la zona interior y el área atlántica perdurarán más tiempo con su substrato cultural.

Cultura Ibérica

La Cultura Ibérica encierra un amplio mosaico de pueblos que nunca constituyeron una unidad organizada ni política ni socialmente. Debe hablarse de Cultura Ibérica para definir una serie de elementos culturales y espirituales que se repiten, con variantes, por un extenso territorio de la Península Ibérica, desde la Baja Andalucía y el Levante hasta el sur de Francia, penetrando por la Meseta oriental y el valle del Ebro.

Origen y evolución

El origen de la Cultura Ibérica es consecuencia de la evolución del substrato indígena orientalizante por influjo de los pueblos colonizadores fenicios y griegos.

Etapa de formación. Período orientalizante
La llegada de los fenicios a costas andaluzas produjo un enriquecimiento cultural de las poblaciones indígenas, dando lugar a un período orientalizante que se extendió por la costa de Levante y Cataluña. Con la crisis de Tartessos (siglo VI a.C.) se generan una serie de facies culturales relacionadas entre sí, pero con nuevas influencias externas púnicas y griegas, aunque no de manera homogénea, lo que originó las variaciones internas de la península.
En Andalucía los contactos fueron más intensos, y se evidencia en grandes núcleos de población. En Levante y Meseta suroriental no se alcanzó un grado de desarrollo comparable con Andalucía, con colonizadores griegos y foceos. En Cataluña, el efecto de los colonizadores sobre el entorno indígena de Campos de Urnas fue reducido, por lo que se conoce una iberización tardía e influida por la cultura ibérica del Sureste, sin alcanzar su grado de desarrollo, al igual que ocurre en el valle del Ebro y sur de Francia.

Cultura Ibérica Plena o 1ª Época Ibérica
Es la fase de mayor esplendor, a finales de los siglos V-III a.C., aunque con difícil delimitación cronológica.
Se produce una ruptura con la etapa anterior, con destrucción de monumentos escultóricos (sobre todo funerarios) en el Sureste, Levante y Alta Andalucía, a finales del siglo V e inicios del IV a.C., por causas aún desconocidas, quizás relacionadas con revueltas sociopolíticas internas.
Se construyen las grandes ciudades, ligadas al incremento demográfico. Los miembros de la élite son enterrados bajo grandes túmulos, con reutilización de elementos funerarios anteriores, y se realizan las primeras esculturas.
Se generaliza el comercio, con importación de cerámicas áticas de barniz negro en el Sureste, y creciente influencia de la cerámica gris ampuritana.
El final de este período está marcado por una crisis en el mundo ibérico. Se abandonan o destruyen poblados y desaparecen las importaciones de cerámicas griegas.

Fase tardía
Se produce a finales de los siglos III-I a.C., coincidiendo con el proceso de romanización. Se produce un nuevo auge de la cultura ibérica, con desarrollo socioeconómico, incremento del comercio exterior y de las relaciones interregionales. Se manifiesta particularmente en las cerámicas de estilos de Liria, Elche-Archena, etc., nueva plástica, acuñaciones de monedas indígenas y extensión del alfabeto ibero-levantino.

Pueblos ibéricos

Las primeras noticias de estos pueblos se remontan al siglo VI a.C. Autores de los siglos II y I a.C. describen el territorio y sus habitantes, que en parte se ha podido relacionar con los testimonios arqueológicos.
Los principales grupos aparecen en el siguiente cuadro:

Zona
Grupo
Baja AndalucíaTURDETANOS
Alta Andalucía (oriental)ORETANOS
Alta Andalucía (meridional)BASTETANOS
SuresteMASTIENOS
Sur de LevanteCONTESTANOS
Llanuras y sierras de ValenciaEDETANOS
Interior de LevanteÓLCADES
Valle del EbroILERGAVONES
TarragonaCESSETANOS
Llobregat y el VallesLAYETANOS
AmpurdanINDICETES
RosellónSORDONES
Interior de CataluñaAUSETANOS
Cuencas del Segre y CincaILERGETES
HuescaOSCETANOS

Sociedad

Existe una organización social jerarquizada, desde la monarquía a sistemas de tipo senatorial y jefaturas militares. La sociedad estaría estructurada por:

  • Élites dirigentes y grupos de propietarios: de carácter guerrero y sacro.
  • Grupos medios: mercaderes y artesanos especializados
  • Grupos inferiores: agricultores, ganaderos, algunos artesanos, mineros y esclavos.

La mujer debió tener cierto estatus social como se evidencia en los ajuares funerarios, siendo sacerdotisa y reforzando las alianzas políticas.

Economía
Las bases económicas fueron:

  • Agricultura: con avances técnicos (regadío, arado y uso del hierro) y cultivos de trigo, cebada, vid y olivo.
  • Ganadería: ganado vacuno en la Baja Andalucía, cerdo y ovicápridos, y caballo como animal de prestigio.
  • Caza y pesca: actividades secundarias, ligadas al ámbito colonial fenicio.
  • Minería: importante riqueza minera, con nuevas tecnologías. La producción fundamental fue la plata (Huelva, Cartagena, Sierra Morena y Alto Llobregat), el hierro (Alto Llobregat), cobre (Bética) y mercurio (Sisapo, Almadén).

Urbanismo

Se distinguen cuatro tipos de hábitat:

  • Oppidum: en lugares altos y con fuertes defensas. Son de extensión diversa, desde grandes ciudades, como Cástulo (Jaén) y Obulco (Corpuna, Jaén), de más de 40 Has., hasta asentamientos pequeños como Puente Tablas (Jaén), Puig de Alcoy (Alicante) o Puig Castellet (Lloret de Mar). Hay tres tipos de estructuras morfológicas: en cerros amesetados, en laderas y los que ocupan el espigón del cerro.
  • Poblados en llano: están poco definidos. Un ejemplo es Alcudia de Elche (Alicante).
  • Atalaya: asentamiento con fortificaciones y torre de vigilancia, en lugares altos y de difícil acceso. Aparece a partir del siglo III a.C., como el Puntal dels Llops de Olocau (Valencia).
  • Asentamientos rurales: de pequeño tamaño, en llano o ladera y sin defensas.

Las murallas son de gran espesor, reforzadas con bastiones y torres de planta cuadrada, trapezoidal, circular o poligonal. Destacan los paramentos de muros ciclópeos (Ullastret y Sagunto) y los poligonales de sillares encajados (Olerdola). A veces entre la muralla y las viviendas existía una calle (Azaila).
Las viviendas solían ser rectangulares con muros de tapial o adobe y zócalos de piedra. El pavimento era de tierra apisonada, cal, adobe o losas de piedra. Suelen ser de una planta, aunque algunas tienen dos (Puig de La Nao, Castellón). El número de habitaciones es variable, normalmente dos: vestíbulo y vivienda.
Se han encontrado pequeñas instalaciones industriales en las casas, como hornos de pan y fundiciones (Castellet de Bernabé, Valencia). También hay poblados dedicados en exclusiva a una actividad productiva, como la elaboración del vino (Alt de Benimaquia, Alicante, y La Quéjola, Albacete).

Necrópolis

Cremaciones
Las necrópolis testimonian un fuerte sentimiento religioso, así como el estado social del difunto. El ritual usual fue la cremación, a excepción de inhumaciones infantiles. La cremación se hace en la tierra o en hoyos. Como caso aislado está el horno o ustrinum de Pozo Moro (Alicante).
Existieron dos tipos de cremaciones:

  • Primarias: el cadáver se quema en su tumba y la pira se cierra con tierra.
  • Secundarias: tras la cremación se recogen los restos para enterrarlos en otro lugar. Son los más frecuentes.

Ceremonias
Entre las diversas ceremonias funerarias son probables los banquetes, sacrificios de animales y juegos funerarios en honor del difunto. En la necrópolis del Cigarralejo (Mula, Murcia) hay dos ritos: uno destructivo (final del siglo V-III a.C.), en el que se rompía el ajuar, y otro más conservador (desde el siglo III a la romanización), donde los objetos se introducirán intactos en la tumba. El ritual funerario debía ser complejo e institucionalizado por costumbres o por la propia familia.
Tipos de necrópolis
Las necrópolis se ubicaban en terrenos adecuados para ellas. Las sepulturas suelen orientarse E-W y son de varios tipos:

  • Hoyos (loculi). de forma oval, con o sin urna funeraria, y los elementos del ajuar en su interior o alrededores.
  • Tumbas de cámara subterránea: son frecuentes en Andalucía, de origen fenicio. Unas eran individuales, como la de la Dama de Baza; otras colectivas con dependencias, como la de Toya (Jaén) o las de Galera (Granada). Estas últimas son de plantas complejas y posiblemente con representaciones pictóricas. Asociadas a las cámaras están las cajas cinerarias decoradas con motivos geométricos, figuras humanas y animales, tanto en relieve como en pintura. Son frecuentes las cráteras griegas utilizadas como urnas cinerarias.

Cubrimiento de las tumbas
Todas las tumbas solían cubrirse con una losa o un cúmulo de piedras, llegando a formarse un túmulo, de forma cuadrangular con escalones. En el Sureste, este túmulo servía de base a un pilar-estela, que podía ser un vaso cerámico, una escultura de animal-toro, esfinge o friso, como Montforte del Cid (Alicante) y Corral de Saus (Valencia), un guerrero a caballo (Villares de Albacete) o complejas construcciones como la de Pozo Moro (Albacete), de origen orientalizante sobre el 500 a.C., con sillares decorados con animales y los frisos con escenas mitológicas.
El conjunto de Porcuna (Jaén) pudiera tratarse de un monumento de heroización funeraria de un rey o personaje importante, decorado con figuras de enfrentamientos bélicos, de caza y eróticas.
Esta variabilidad de cubriciones es símbolo de prestigio del difunto, al igual que el contenido de los ajuares, donde se observa una marcada jerarquización.

Santuarios y templos
La religión de los íberos puede integrarse, según Blázquez, en un tipo muy antiguo de cultos naturalistas en torno a la fecundidad y la vida. Lucas atribuye un dios masculino con funciones celestes, fecundadoras y guerreras.
Existen numerosos santuarios ubicados en emplazamientos naturales relacionados con el agua, como el Colado de los Jardines y Castellar de Santisteban (Jaén), santuario de La Luz (Murcia), El Cigarralejo (Murcia), Secreta de Alcoy (Alicante) y Cerro de los Santos (Albacete).
Se han localizado algunos restos identificados como templos, con características orientales, en lugares altos y con planta rectangular o tripartita. Destacan los templos de Ullastret (Gerona), los dos de Campello (Alicante), el de Tornbous (Lérida) y el palacio-santuario de Cancho Troano (Badajoz).

Arte

El arte ibérico es producto de un artesanado especializado, y refleja el alto nivel cultural desarrollado. Presenta elementos foráneos diversos, pero con personalidad propia determinada por ciertas diferencias regionales. Su funcionalidad básica es religiosa, encontrándose en santuarios y necrópolis.

Escultura en piedra
Es uno de los aspectos más sobresalientes del arte ibérico. La materia prima fue la caliza, trabajada con cincel, gubia, puntero y taladro. El trabajo se termina con el pulido de la piedra y a veces con el estuco y la pintura. Se compone de piezas antropomorfas y zoomorfas. Se observa un interés por la rigidez, la frontalidad y la minuciosidad en el detalle.
Se inicia a mediados del siglo VI a.C., durando cinco siglos.

Época Arcaica
Ocupa los siglos VI-V a.C. Temática zoomorfa, real o fantástica. Proceden de monumentos funerarios de la Alta Andalucía, Sureste, Meseta y Levante. Influencia del arte oriental (sobre todo fenicio), y por otra parte incidencia del ámbito foceo, donde se incluyen la mayoría de los modelos escultóricos de esta etapa, como el conjunto de Porcuna, pilares-estela con esfinges de Agost (Alicante) y Bogarra (Albacete), grifos de Redovan y Elche (Alicante) y la Bicha de Bazalote.

Fase Plena
Ocupa desde mediados del siglo V al III a.C. Piezas relacionadas con el mundo foceo y gran producción indígena. Destacan dos piezas claves: la Dama de Elche y la Dama de Baza (Granada), que sirvieron para contener las cenizas de altos personajes. También están el torso de guerrero de La Alcudia (Elche) y la cabeza de Verdolay (Murcia).
Dentro de las esculturas que reflejan el arte indígena se encuentran las figuras o exvotos, con un mayor porcentaje femenino, ricamente ataviadas, de las necrópolis del Llano de la Consolación y del santuario del Cerro de los Santos (siglos III y II a.C.). Entre ellas destaca la Gran Dama oferente del Cerro, de estilo hierático. Son también interesantes los pequeños exvotos de équidos del santuario del Cigarralejo (Murcia).
Dentro de estas obras, y enlazando con el último momento de la escultura ibérica, sobresalen las figuras y relieves de Osuna (Sevilla), que representan procesiones, desfiles, combates, etc., apreciándose dos características de diferente época, una del siglo III-II a.C. y otra del siglo I a.C.

Bronces
La toréutica alcanzó gran desarrollo. Fueron significativas las pequeñas estatuillas humanas, siendo notables las halladas en los santuarios de Castellar de Santisteban, Collado de los Jardines y Nuestra Señora de la Luz. Son figuras masculinas y femeninas de pie, la mayoría orantes u oferentes. Existen también representaciones de miembros sueltos, así como animales, distinguiéndose los jinetes, como el de la Bastida (Valencia) o el Guerrero de Medina de las Torres (Badajoz).
Las piezas se fabrican en cera perdida con posterior retoque, excepto los alfileres muy finos, obtenidos por martilleado. Se trata de una manifestación indígena, aunque algunas obras reflejan influencias de la Koine mediterránea, situándose estilísticamente desde el siglo VI a.C. a la romanización.
Pueden agruparse en tres períodos:

  • Época arcaica: de mediados del siglo VI a.C. a mediados del V a.C., con influencia jonia arcaizante.
  • Época media o clásica: en los siglos IV-III a.C. Continúa el arcaismo anterior, pero con mayor industrialización, extendido hacia el Sureste.
  • Época Final: a partir de la romanización, con influencias helenísticas y figuras en movimiento.

Terracotas
La coroplastia es menos abundante que la toréutica. Se compone de exvotos depositados para una divinidad. El lote más numeroso está en el santuario de La Serreta de Alcoy, con variada tipología.
En Coimbra del Barranco Ancho (Murcia) se han localizado terracotas identificables con Démeter, diosa de la fertilidad y la agricultura.

Cerámica
La cerámica alcanzó gran desarrollo por la introducción del torno rápido y de hornos oxidantes. Existe también cerámica hecha a mano o a torno lento, denominada cerámica de cocina.
Las formas son variadas, derivando unas de prototipos exteriores (ánforas fenicias, cráteras y platos griegos) y otras propiamente ibéricas, como recipientes bicónicos, toneletes, urnas de orejeras, etc.
En la zona andaluza existe una decoración geométrica con motivos monocromos de bandas horizontales, circunferencias, líneas onduladas, etc. Existe la policromía con temas vegetales y animales, de influencia orientalizante, de los siglos VI-V a.C.
En la zona Sureste se distinguen dos etapas:

  • Siglos V-finales del IV a.C.: cerámica geométrica sencilla, y cerámicas grises.
  • Finales del siglo IV a.C. a la romanización: mayor personalidad de la alfarería levantina, con figuras humanas, animales y motivos florales. Dentro de esta última etapa pueden encontrarse dos estilos:
    • Elche-Archena (o estilo simbólico de la Contestana): motivos geométricos y vegetales mezclados con temas figurativos, da tamaño grande. Uno de los ejemplos más notable es el vaso de los guerreros de Archena.
    • Oliva-Liria (o estilo narrativo de la Edetania): escenas de caza, guerras, procesiones y vida cotidiana, de menor tamaño. Representaciones desde siluetas a tintas planas oscuras, a veces con grafitos ibéricos.
En el valle del Ebro destaca la producción del poblado de Azaila, del siglo I a.C., con piezas de gran tamaño pintadas en color pardo sobre blanco, con motivos vegetales esquemáticos y aves. A veces aparecen guerreros a caballo en escenas de siluetas. Abundan las tapas de urnas con motivos concéntricos y pebeteros pintados.

Otras artes menores
Los objetos ornamentales se ejecutaron en bronce, y en menor medida en hierro. Suelen estar decorados con incisiones o troquelados, y en algunas piezas, como los broches de cinturón, se aprecia una damasquinación en plata.
Son abundantes las fíbulas, con dos tipos característicos: las anulares hispánicas y los tipos de La Tène I. En la romanización se encuentran ya los tipos de La Tène II, con apéndice caudal fijado al puente. Existen también jarras, braseros, pasadores, etc.
En la orfebrería cabe destacar la afición por las joyas. En los elementos de oro se empleó el repujado, filigrana y granulado, destacando los tesoros de Javea (Alicante) y las arracadas de Santiago de la Espada (Jaén), del siglo IV a.C., con tipos de origen griego. También sobresalen las vajillas de plata como la de Castellar de Banyolas (Tivissa, Tarragona), del siglo II a.C., con rica decoración a base de escenas.

Guerra

La guerra fue una actividad frecuente entre los íberos. Destaca su papel como mercenarios en las guerras entre griegos y cartagineses, fundamentalmente en Sicilia (siglo IV a.C.). También existieron combates en el interior peninsular y bandolerismo. La presencia de armas en ajuares y sus representaciones cerámicas y esculturas indican una arraigada ideología militar.

Armamento
Entre las armas defensivas están los cascos de cuero o metal, a veces con penacho o cimera. Excepcionalmente usaron corazas metálicas. Los escudos eran de dos tipos: caetra, pequeño y circular, que no se embraza, y scuttum, de forma oblonga, más grande y de influencia celta.
En las armas ofensivas, además de la honda, falaricas, flechas con pedúnculo y hachas de doble filo, destaca el soliferrum, larga lanza de hierro con filo agudo, y sobre todo la falcata, sable grueso de hoja curva y acanaladuras longitudinales, con filo cortante, empuñadura en forma de cabeza de ave o caballo, y decorada con damasquinados en cobre y plata. También usaron espadas tipo La Tène y puñales afalcatados rectos, con empuñaduras más simples que la falcata.

Escritura

El desciframiento de la escritura ibérica ofrece dificultades. Su alfabeto es semisilábico, escribiendo de derecha a izquierda, pero los signos no siempre tienen el mismo valor. Parece que la más antigua es la del suroeste, y de ella derivaron la meridional y la levantina.
Existe otra escritura de tipo alfabético en la región contestana, pero de corto período de uso, de origen griego. El resto de los signos ibéricos parecen proceder del alfabeto fenicio.

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El Valle del Ebro

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El Valle del Ebro presenta un complejo mosaico étnico donde pueden diferenciarse dos zonas culturales:

  • Zona ibérica: correspondería a los ilergetes, oscenses y sedetanos.
  • Zona celtibérica: definida como Celtiberia Citerior, abarca las cuencas del Jalón, Jiloca, Huerva y zonas del Ebro. Destacan las tribus de los belos y titos (Ebro), los lusones (entre el Moncayo y el Ebro) y los verones (zona de La Rioja).

Se evidencia una ruptura con ocupaciones precedentes de Campos de Urnas, a causa de la crisis que originará la desaparición de Tartesos y posterior destrucción de monumentos funerarios en el Sureste y Levante.

Urbanismo
A las ciudades grandes se llamaba urbes, civitates o poleis, y a las pequeñas vici, turres y castella.
Se asientan en cerros bajos o mesetas, con sólidas fortificaciones y fosos longitudinales o en curva, así como murallas y torreones defensivos.
Su distribución interior se realiza con esquema previo, como el poblado de los Castellares de Herrera de los Navarros (Zaragoza), con calle central y viviendas adosadas de planta regular divididas en estancias.
En Contrebia Velaisca (Botorrita, Zaragoza) se localizó una acrópolis defendida por doble muralla con un edificio de dos plantas y columnas, de carácter civil o sacro, y un conjunto industrial de tejidos. El poblado de La Hoya (Laguardia, Álava) estaba defendido por murallas, y las casas se agrupaban en manzanas rodeadas de calles empedradas.

Sociedad y economía

Lo pueblos celtibéricos formaban una sociedad patriarcal con gentilidades que constituían la unidad básica de la sociedad. Su desarrollo fue muy superior al de las regiones limítrofes. Existieron instituciones que los romanos denominaron magistrados, prefectos, senado y asambleas.
Tuvo importancia la agricultura y la ganadería alimentaria. Actividades complementarias fueron la industria textil, la cerámica y la explotación minera.

Necrópolis

Existen pocos datos de necrópolis y ritos funerarios. Junto a las casas aparecen inhumaciones de niños (La Hoya, Celsa) y a veces se depositan ofrendas de animales. Parece existir una orientación solar del cadáver.

Religión

Además de un culto natural (bosques, aguas y astros), se conocen divinidades como Lug, máxima deidad celta, Mercurio Ocnioroco en Arcóbriga, y las Matres, deidades de la fecundidad (Laguardia). Se desconocen los lugares de culto, aunque el edificio de Botorrita podría ser un lugar sagrado.

Manifestaciones culturales

Cerámica
Gran desarrollo de la cerámica, con línea a banda, figuras geométricas o composiciones numantinas de variadas formas: perfiles subtriangulares, vasos carenados, copas, etc.

Lengua y escritura
El fuerte componente ibérico del Valle del Ebro determinó la adaptación de la escritura ibérica para transcribir el lenguaje celtíbero. Su uso es religioso institucional, como indican los dos bronces de Botorrita. Esta tradición proseguirá después con el bronce latino hallado en el mismo poblado y llamado Tabula contrebiensis.

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Culturas de la Meseta

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Los pueblos del interior peninsular forman un grupo heterogéneo, aunque existen muchos elementos comunes. En su formación interviene el substrato indígena y las influencias peninsulares y ultrapirenaicas de los Campos de Urnas y gentes de la fechada atlántica.
Entre los rasgos generales se pueden destacar:

  • Desarrollo del urbanismo, con estructuras rectilíneas y materiales duros.
  • Ubicación de los núcleos de población en posiciones estratégicas y reforzados con defensas.
  • Grandes necrópolis cerca de los poblados y rito de cremación.
  • Divulgación de la siderurgia, en especial para armamento.
  • Aplicación de la rueda con fines industriales y domésticos. Producción de cerámica a torno.
  • Compleja organización social con carácter de jefaturas militares

Periodización

Las tendencias actuales establecen la siguiente periodización:

  • Etapa de transición (finales del siglo VII y siglo VI a.C.): aparecen los primeros castros fortificados y las primeras necrópolis con tumbas de guerrero. En la zona oriental hay cerámica a torno (Cuenca).
  • Etapa inicial (siglos V-IV a.C.): se generalizan los castros amurallados y las necrópolis con sepulturas de guerreros en la Meseta Norte. Se utiliza el hierro, pero sigue la cerámica a mano (Cogotas II). En la Meseta Sur, por el influjo ibérico, se extiende el torno de alfarero. En ambas mesetas se usa la incineración y se desarrolla el urbanismo por influencia ibérica.
  • Etapa de madurez (siglo III a.C. hasta la romanización): la Meseta Norte se celtiberizó, excepto el sector occidental. Se introduce el torno y el molino circular. La Meseta Sur continuó sin cambios notables.

Pueblos de la Meseta

Meseta Norte
Se incluyen los siguiente pueblos:

  • Pelendones: en Logroño y Soria, con la cultura de los castros sorianos, de origen ganadero.
  • Arévacos: más al sur.
  • Vacceos: cuenca media del Duero, desde Palencia a Salamanca y desde Segisama al Esla.
  • Vetones: cultura de Cogotas II o de los verracos, en Salamanca, Ávila y parte occidental de Cáceres.
  • Turmogos: Burgos y oeste de Palencia.

Meseta Sur
Zona poco conocida. Se asentaron:

  • Carpetanos: cuenca media del Tajo hasta Talavera de la Reina, con influjos íberos y de la Meseta Norte.
  • Ólcades: en Cuenca, con temprana iberización.
  • Oretanos: desde Sierra Morena al Guadiana, de substrato ibérico.
  • Lusitanos

Urbanismo

El urbanismo se inicia en la parte oriental, en Soria y Guadalajara (cultura de los castros sorianos), y casi al mismo tiempo en Cuenca (Villar del Horno), por influjos de Campos de Urnas tardíos y de gentes del suerte. Se generaliza desde el siglo IV a.C.
Aunque existen poblados en llano (Soto de Medinilla, Valladolid), suelen ubicarse en puntos estratégicos, con defensas artificiales (murallas, fosos y piedra hincadas). El castro de Las Cogotas tenía doble muralla con doble paramento vertical, reforzada con bastiones.
En las viviendas se sustituyen los materiales vegetales por adobe, piedra y tapial, manteniendo la madera como sujección de techumbres. Se generaliza la planta cuadrangular y se va produciendo una planificación en torno a calles y espacios abiertos. Un ejemplo es Numancia (22 Has. y 1000 m de perímetro), con más de 2000 viviendas separadas por calles, y una calle de ronda junto a la muralla. Las casas tienen tres estancias: bodega, hogar y dormitorio, así como un establo.

Sociedad y economía

En la Meseta Norte y Alto Tajo existe una organización social de gentilites formada por varias familias integradas en tribus. Existían instituciones, como el hospitium (típica de los celtíberos). A veces había pactos por escrito mediante téseras (placas de bronce) de hospitalidad. La diferencia social fue mayor en unas regiones que en otras, y destaca una aristocracia guerrera. En la Meseta Sur existe un régimen de ciudad-estado propio de pueblos mediterráneos, que posteriormente se extenderá a la Meseta Norte.
La economía se basa en la agricultura, en las zonas llanas, y ganadería, en montes. Los restantes territorios determinan grandes zonas ganaderas, confirmadas por la existencia de recintos amurallados con función de cercado del ganado, de carácter familiar (Raso de Candeleda) o colectiva (Fosos de Bayona).

Necrópolis

Se generalizan los enterramientos en grandes necrópolis. En Soria y Guadalajara se inician a finales del siglo VII a.C., con apogeo en el siglo V a.C. y perdurando hasta el siglo III e incluso el II a.C.
Existen estelas y grandes grupos de enterramientos (Altillo, Aguilar de Anguita). La estratificación social se aprecia en los ajuares: los de guerreros están formados por armas y adornos (broches de cinturón), y sobre todo por fíbulas de diferente tipología (de doble resorte, de La Tène, anular, espiraliforme y de placa, exclusiva de Soria y Guadalajara).
En la Meseta Sur, en los enterramientos más antiguos de Cuenca (siglos VII-VI a.C.) las cenizas se depositan directamente en el hoyo (Las Madrigueras). Más tarde aparecen empedrados tumulares (El Navazo). En los ajuares hay fíbulas, broches de cinturón, colgantes y excepcionalmente armas y útiles domésticos.
Las tumbas más destacables aparecen desde el siglo V a.C. en la Meseta Norte (Cogotas II y grupo Miraveche-Monte Bernorio). En Cogotas II, las necrópolis se ubican cerca de los poblados (Las Cogotas, Chamartín de la Sierra y Raso de Candeleda), con tumbas separadas para definir los grupos gentilicios, y dentro de cada grupo, las tumbas se distribuyen irregularmente. Las urnas se depositan en el suelo cubiertas con tapaderas cerámicas o piedras, con ajuar de ofrendas, adornos y útiles.
Las tumbas más admirables de Cogotas II son las de guerrero, del siglo V y sobre todo IV a.C. En las necrópolis de Miraveche destacan las espadas curvas con vainas de bronce y decoración zoomorfa, y en las de Monte Bernorio (Palencia) los puñales con pomo naviforme y vainas con ornamentación damasquinada en plata y cuatro discos en la contera.
Las tumbas de los vacceos (Palenzuela en Palencia y Cuéllar en Segovia) están señalizadas con estelas o piedras, con ajuares de objetos de pequeño tamaño y metálicos de función ritual. También hay armas de guerreros.

Religión

La religión era naturalista, con recintos sagrados al aire libre, con objetos de culto y ofrendas, como los de Ulaca y Tornadizos (Ávila) y el de Mozeriho, con una serie de verracos de simbolismo cultural.

Manifestaciones culturales

Cerámica
Se introduce el torno y el horno por influencia ibérica, primero en la Meseta Sur (siglo VI a.C.) y a mediados del siglo IV a.C. en la Meseta Norte. Hay cerámica hecha a mano y cocida en hornos reductores, de colores grises o negros. Desde el siglo VI al IV a.C. en la Meseta Norte (Cogotas II) tienen decoraciones a peine, y más tarde impresas y estampilladas.
Estas cerámicas son sustituidas por las realizadas a torno y cocidas con fuego oxidante, de colores rojos y claros, con engobe, y decoraciones geométricas pintadas. Destaca la producción numantina de los siglos II-I a.C., policromada y con motivos figurados, zoomorfos y astrales dispuestos en friso.

Orfebrería
Joyas de uso personal en plata y algo de oro, agrupadas en tesorillos. Hay torques, pulseras cilíndricas, brazaletes espiraliformes rematados en cabeza de ofidio, fíbulas y vasijas tuliformes.
Son importantes los tesoros de Arrabalde (Zamora), Raso de Candeleda (Ávila) y Padilla de Duero (Valladolid).

Lengua y escritura
Las gentes de la meseta oriental adoptan la escritura de origen ibérico utilizada en el Valle del Ebro. Destaca el bronce de Luzaga (Guadalajara), con un complejo pacto de hospitalidad.

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Fachada Atlántica

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Abarca la región atlántica desde el Duero hasta el Guadiana, incluyendo el oeste de Cáceres, Badajoz y zonas meridionales del sur de la antigua Beturia. Se asentaron varios grupos étnicos:

  • Lusitanos: región portuguesa de las Beiras.
  • Turduli veteres: entre la desembocadura del Tajo y del Duero.
  • Celtas: sur del Tajo.
  • Conios: Algarve portugués.

Durante los siglos V i IV a.C. se producen transformaciones que configurarán la época de los castros lusitanos:

  • Aumento demográfico.
  • Refuerzo de las defensas con murallas y foso.
  • Uso de la cremación, de fíbulas anulares, del torno y de molinos circulares.
  • Desaparición de la escritura tartésica y penetración de importaciones púnicas y griegas.

Urbanismo

El hábitat común es el castro o poblado fortificado, ubicado en lugares estratégicos. En Beira alta se conocen dos tipos:

  • Montaña: grandes sistemas defensivos y viviendas circulares relacionadas con las viviendas castreñas del Duero.
  • Litoral: urbanismo pseudo-octogonal de casas angulares, normalmente si fortificar, algunos en lugares abiertos.

En la cuenca del Tajo se marca una transición de los castros del noroeste y de la meseta. Los castros del oeste de Cáceres tienen doble recinto, casas rectangulares y murallas. En el extremo sur peninsular hay un tipo castreño vinculado a la minería o agricultura. En la Beturia existen turres semejantes a las turres Hannibalis de Betica.

Economía y sociedad

Economía basada en la ganadería (bovina, caballar, ovina y porcina). Agricultura cerealista, caza abundante, pesca, desarrollo de minería y metalurgia, e industria textil.
Entre los lusitanos había un caudillo (Viriato, Púnico, Tautalos), y los guerreros formaban un grupo social importante. En Coimbra se documenta el régimen gentilicio.

Religión

La religión debió ser naturalista. Realizaban sacrificios humanos. Entre sus dioses destacan:

  • Endovellico: con un templo en San Miguel da Mota.
  • Ataecina: diosa agrícola e infernal.
  • Tebopala, Laebo, Trebaruma, Reve: conocidos por la inscripción del siglo II a.C. hallada en Cabeço das Fraguas.

Ausencia de necrópolis excavadas, pero se conoce la cremación de Viriato en una alta pira, ataviado con sus galas, donde se celebraron sacrificios, danzas y duelos.

Manifestaciones culturales

Armamento
Fabricación especializada de armas, destacando las espadas de antenas del tipo Alcacer-do-Sal, con empuñadura facetada, hoja recta y decorada con incrustaciones de plata y bronce, atestiguada en la necrópolis de La Osera (Ávila). Hay lanzas, puntas de flecha y fíbulas de tipo anular.

Orfebrería
En orfebrería existen formas y estilos orientalizantes, con técnicas de filigrana, repujado y granulado. Aparecen recipientes de plata, brazaletes, torques y arracadas. Destaca el tesoro de Segura de León (Badajoz), con tres placas trapezoidales y colgante en forma de bellota.

Cerámica
Hay cerámicas a mano, lisas o decoradas, y cerámicas estampilladas. También hay cerámicas a torno pintadas, monocromas o bicromas, con motivos geométricos (siglo IV a.C.). Hay ánforas ibero-púnicas desde el siglo IV-I a.C.

Escritura
En zonas septentrionales y orientales aparecen esculturas relacionables, respectivamente, con las figuras de guerreros galaico-lusitanos, y con la cultura de los verracos.

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Cultura Castreña

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El ámbito geográfico es todo el noroeste peninsular, el territorio cántabro-astur y estribaciones septentrionales de la Meseta.
Se desarrolla con fuerte substrato del Bronce Atlántico, desde el siglo VII a.C. hasta el Bajo Imperio. Su rasgo más característico es el hábitat conocido como castro o citania.

Periodización

Hay una periodización en cuatro fases:

  • Castreño I (siglo VII a.C.): poblados de agrupaciones de viviendas con materiales de origen vegetal.
  • Castreño II (500-100 a.C.): casas circulares de piedra y sistemas defensivos.
  • Castreño III (100-29 a.C.): contacto con el mundo romano hasta Augusto.
  • Castreño IV (siglos I-IV d.C.): pervivencia castreña en la cultura romana, especialmente en áreas rurales.

Otros autores han establecido otra periodización, concretando períodos y fases:

  • Castreño I o Castreño Antiguo (siglos VII-V a.C.): se corresponde con las dataciones de los castros de Peñarrubia y Borneiro, así como cerámicas importadas de A Lanzada y O Neixón.
  • Castreño II o Castreño Clásico (siglos IV-II a.C.): gran número de asentamientos en dos fases, la primera hasta comienzos del siglo III a.C. y la segunda desde mediados del siglo III y el II a.C., con hallazgo de cerámicas y monedas griegas.
  • Castreño III o Castreño Tardío (siglos II a.C.-I d.C.): contacto con el mundo romano. con nuevos patrones de organización y edificios públicos.

Urbanismo

El hábitat típico es el castro, emplazado tanto en la costa como en el interior. Son de distribución y extensión irregular. Se agrupan en lugares altos para defensa, o combinándose con murallas o fosos que rodean el recinto. En su interior las viviendas están sin ningún orden, y tienden a formar curvas.
En la parte baja de algunos castros se han localizado construcciones de carácter monumental, con horno cubierto con cúpula, comunicado con una estancia cubierta a dos aguas y cerrada en su parte frontal por una piedra formosa decorada. Se ha interpretado como monumentos funerarios, hornos de fundición o santuarios de aguas o baños.

Economía y sociedad

La economía se basó en la ganadería y la agricultura cerealista, además de pesca y marisqueo. El recurso económico más importante fue la minerometalurgia (cobre, bronce, hierro y oro).
En la sociedad se aprecia una preponderancia de la mujer, indicio de matriarcado. Se cree que existió una estratificación social, donde los guerreros pudieron tener una condición especial.

Religión

Se supone un amplio panteón religioso. Adoraban a elementos naturales (agua, montes, bosques), así como a un dios de la guerra, Cosu, al que ofrecían sacrificios de machos cabríos, prisioneros y caballos.
Hay ausencia de elementos funerarios. Se deduce que el rito usual fue la cremación, con deposiciones en cajas o cistas de piedra (Folgosa, Célticos), en vasijas funerarias aisladas o en el interior de cistas (Monte San Pedro, Coaña) y en sepulcros (Meirás, Pendía y Terroso).

Escultura

Son importantes las figuras de guerreros galaico-lusitanos de tamaño natural, con caetra y a veces inscripciones latinas. También hay cabezas sueltas masculinas, algunas cabezas de verraco de influjo vetón, y jambas y dinteles de variada decoración: sogueados, esvásticas, rosetas, etc.

Orfebrería

La orfebrería tuvo gran importancia, debido a la riqueza en oro de Galicia y a otros factores, como la fuerte tradición autóctona del Bronce Atlántico, la influencia centroeuropea de Hallstat y la influencia orientalizante, con aportación de nuevas técnicas.
Se empleo el repujado, estampado, filigrana y granulado. Aparecen brazaletes, arracadas, collares y diademas como las de Martín de Oscos (Asturias), con representación de jinetes armados, pájaros y diversos animales. Es característico el torque acabado en remaches decorados.

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Introducción

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Europa Central

La desintegración del mundo hallstático
La civilización hallstática se había caracterizado por la siderurgia, el nacimiento de un arte decorativo geométrico, la coexistencia de dos ritos de enterramiento (inhumación e incineración) y la progresiva consolidación de una sociedad jerarquizada con jefes militares.
El siglo V está marcado por la quiebra del mundo hallstático. La desaparición de Heuneburg pone de manifiesto el derrumbamiento de la organización estatal y del sistema económico hallstático, acompañados de movimientos de grupos humanos que posteriormente entrarán en conflicto con el mundo mediterráneo.
Al mismo tiempo, a mediados del siglo V a.C. aparecen enterramientos en túmulos con ricos ajuares distintos a los hallstáticos (con abundancia de vasos etruscos y otros objetos llegados por vía transalpina), ubicados en la región media del Rhin, en el Mosela bajo, zona que será centro del comercio con el mundo clásico. Simultáneamente se desarrolla en Grecia el período clásico.

Movimientos de población y cambio de las rutas y los centros comerciales
Desde mediados del siglo VII a.C. y en el V, momento de la fundación de Marsella y de las factorías etruscas del Po, la Europa “bárbara” tiene contactos con la mediterránea. Griegos y etruscos importan materias primas, como el estaño británico y el cobre de los Alpes, Renania y Bohemia, y ámbar del Báltico. Exportan el coral y productos manufacturados variados (oinokoes, sítulas, cráteras, coladores de bronce y recipientes cerámicos). Sin embargo, el producto fundamental del Mediterráneo es el vino, producto de lujo, que adquirió función social y llegó a formar parte del rito funerario.

Nacimiento de la civilización de La Tène
La civilización de La Tène o Lateniense representa la 2ª Edad del Hierro en Europa. Su nombre deriva de un yacimiento situado a orillas del lago Neuchâtel.

Europa Oriental

Escitas y pueblos de las estepas euroasiáticas
En Europa oriental y las estepas euroasiáticas aparecen una serie de pueblos sobre los que existen diversas opiniones. Para algunos autores son dos grandes grupos culturales, ya desde el siglo VI a.C.: escitas y saces. Para otros, son culturas locales con elementos comunes, como el sistema socioeconómico y la movilidad, que permite los contactos entre ellos. La población no es uniforme étnicamente y no tiene lengua común.
Los grupos más representativos son:

  • Escitas: al norte del Mar Negro.
  • Sármatas: situados más al oeste de las estepas, sobre el Caspio.
  • Saces: un poco al suroeste de los sármatas.
  • Tagaros, grupo tuva y los ordos: en Asia Central.
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Los Celtas

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Problemas en torno a su origen y denominación
Se puede hablar de celtas para referirse a los pueblos centroeuropeos (de lengua céltica y un fondo cultural común, la cultura de La Tène) que se desarrollan desde el siglo V a.C. hasta la entrada de Roma en las diferentes regiones. Estos pueblos pertenecían a la rama occidental de la familia centroeuropea.

Origen de los celtas
El mundo céltico surge, sin cambio étnico, como evolución de las poblaciones de los Campos de Urnas del Bronce Final, en una línea de continuidad en la Cultura de Hallstat, cuya área nuclear coincide con la céltica, lo que hace suponer que los grupos hallstáticos entre Borgoña y Bohemia pudieron ser antepasados de los latenienses. La transición de Hallstat-D a La Tène-A en el siglo V a.C. no parece una ruptura, sino un desplazamiento del eje económico hacia el norte.
Sin embargo, otros factores intervinieron en la formación de La Tène. Uno de ellos pudo ser el colapso que sufre desde inicios del siglo V a.C. la ruta comercial del Ródano, por lo que los celtas permanecen alejados del Mediterráneo y buscan relaciones con el Este, en especial con los escitas. Se desechan las ideas referentes a invasiones de gentes foráneas, aunque existieron desplazamientos de población. Tampoco hay que confundir celtas con indoeuropeos, aunque unos enlacen con otros. Los celtas se identifican sólo con grupos de la 2ª Edad del Hierro y no con los hallstáticos.

Diferencia entre celtas y latenienses
Bajo la denominación de celtas se incluyen tribus de diferentes nombres, sin localización geográfica concreta. Parece evidente que eran una etnia coherente, distinta a otros grupos, con organización socio-político-cultural y lengua propias. Para denominar a los celtas orientales (de Asia Menor) se utiliza el término de gálatas.
Su aparición coincide con las primeras manifestaciones del complejo de La Tène, y hay evidencias lingüísticas que han permitido identificar lenguas célticas. Todo ello originó una confusión al no establecer separación de conceptos entre celta (contenido étnico y lingüístico) y lateniense (cultura arqueológica). Los celtas se refieren a pueblos de lengua céltica con una civilización que varía en su evolución, tanto geográfica como cronológicamente. Lateniense es una fase (que puede llamarse clásica) de esta evolución.

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Civilización de La Tène

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Localización geográfica
El territorio original de La Tène se extiende desde la región Marne al Alto Danubio, pero en la fase de apogeo ocupa un área que limita al oeste con el Atlántico, desde la Península Ibérica hasta las Islas Británicas; al norte con el borde interior de la llanura septentrional alemana y polaca; al este con los Cárpatos y al sur con el litoral mediterráneo, desde la costa catalana y vertiente norte de los Apeninos hasta el borde meridional de la cuenca del Danubio.
El núcleo céltico es la zona de los Alpes conocida como “bosque herciniano”, conjunto de territorios montañosos al norte de Main, orilla izquierda del Danubio y montañas limítrofes del norte de Bohemia y el extremo occidental de los Cárpatos.

Periodización

Desde el siglo pasado se han realizado numerosos intentos de clasificación.

Tischler (1885): se basa en la tipología de fíbulas y espadas:

  • La Tène I o Antiguo (400-300 a.C.)
  • La Tène II o Medio (300-100 a.C.)
  • La Tène III o Tardío (desde el 100 a.C. a la conquista romana)

Rinecke (1902) establece cuatro fases, aplicables sobre todo al norte de los Alpes.

Wiedmer-Stern (1908) propone dividir el período La Tène I de Tischler en tres, y La Tène II en dos.

Viollier (1911) coloca el inicio a mediados del siglo V a.C.

Dechelette propone tres fases para Europa occidental, remontando el primer período al siglo V a.C., y una cuarta fase para las Islas Británicas.

En la actualidad se usa para Europa occidental un sistema cronológico basado en la síntesis de las cronologías de Wiedmer, Viollier y Dechelette.

Filip (1956) establece una cronología de carácter histórico, con cinco períodos:

  • Hasta el 400 a.C.: etapa previa.
  • 400-250 a.C.: expansión histórica.
  • 250-125 a.C.: consolidación y transformación de la economía celta.
  • 125-50 a.C.: apogeo de los oppida y expansión económica.
  • Decadencia y fin de los oppida, consecuencia de la presión romana.

Jacobsthal se basa en la evolución artística:

  • Estilo temprano o La Tène Ia (480-400 a.C.)
  • Estilo fantástico o La Tène Ib (400-350 a.C.)
  • Estilo Céltico Autóctono o La Tène Ic (350-250 a.C.)
  • Estilo Plástico o La Tène II
  • Estilo Tardío o de Gundestrup o La Tène III

Collins (1989) propone las siguientes etapas:

  • La Tène A: fase clásica (500-400 a.C.)
  • La Tène B-C: época de expansión (siglos IV y III a.C.)
  • La Tène D: fase de los oppida (150-50 a.C.)

Asentamientos

Fortificaciones y hábitat rural
El asentamiento céltico del siglo V a.C. ofrece dos tipos fundamentales:

  • Fortificaciones: en altura, con un baluarte de piedras formando aparejo con armazón de vigas y un ancho foso que rodea el exterior. Son de pequeño tamaño y en su interior hay casas de madera rectangulares con varias dependencias, horno y hogar. Perduran los tipos anteriores, con la novedad del ordenamiento de los edificios (por ejemplo en Heuneburg, en Baviera).
  • Hábitat rural: pequeñas aglomeraciones de viviendas (entre 3 y 5) en madera, de planta rectangular o cuadrada. Son más habituales que las fortificaciones y suelen estar en los valles.

Oppida
Posteriormente, y sobre todo en el período final de La Tène, el hábitat característico será el oppidum (descrito por César como una auténtica ciudad-fortaleza). Aparecen en Checoslovaquia y Alemania Central, y después en el sur de Alemania y Francia. Con ellos alcanza una forma definida el proceso de formación estatal, con la creación de grandes centros urbanos.
Los oppida son amplios asentamientos en altura, y a veces en llano, defendidos por una fortificación, con extensión de 20 a 30 Has., aunque algunos alcanzan hasta las 1500 Has, como Heidengraben, en Jura.
Se considera a estos asentamientos como la respuesta celta frente a invasiones de otros pueblos, tanto para proteger su población y riqueza como para defender los puntos estratégicos de su sistema económico, ya que los restos arqueológicos han evidenciado la relación de estos asentamientos con el trabajo del metal, especialmente la fundición del hierro.
Se encontraban situados en vías comerciales o cerca de yacimientos de materias primas, y eran el centro económico de un territorio que concentraba diversas ramas de la artesanía especializada: Constituían el principal mercado, siendo también guarnición y a veces centro religioso.
Hay dos tipos constructivos de fortificaciones:

  • Muro gálico: entramado interior de postes horizontales que a veces salen al exterior, asegurados con espigones de hierro. el muro es de tierra y puede ser revestido con piedra al exterior y un talud de tierra al interior. Es típica del área gala, aunque aparece en otros lugares, como en Manching (Baviera).
  • Tipo Kelheim: pared de postes verticales revestida de piedra al exterior y reforzada en el interior con un talud de tierra. Predomina en Centroeuropa.

En ocasiones la fortificación externa encierra un asentamiento rural, y en otras, éstos aparecen en las proximidades. Existen aldeas y factorías, pero los oppida concentran la mayor parte de la población, y suelen situarse en colinas inaccesibles, abandonando los llanos.
El trazado interior suele ser irregular, pero hay casos (como Manching) con planificación previa, con áreas especializadas separadas por empalizadas. También hay barrios de artesanos y metalúrgicos, y áreas de pasto. Las casas son de madera, muy variadas en forma y tamaño, y suelen estar situadas en terrazas construidas en la ladera de la colina.
En Europa septentrional continúa el hábitat disperso de la etapa anterior, y sólo al final del milenio se aprecian las primeras fortificaciones y el aumento de tamaño de algunas granjas.
Otros oppida conocidos son Alesia y Gergovia en las Galias y Maiden Castle o Eildon Fort en las Islas Británicas, donde aparecen también fuertes pequeños denominados Crannogs, islotes artificales en zonas lacustres. En tierras escocesas hay torres llamadas Brogs. En Centroeuropa destacan Stradonice (Bohemia) y Manching (Baviera).
En la llanura indoeuropea se establece un patrón de asentamiento diferente, ya que apenas se conocen los poblados fortificados. En el sur de Polonia, oeste de Eslovaquia y norte de Hungría la urbanización es distinta, hay pequeñas fortificaciones en altura, y a su alrededor aparecen asentamientos industriales abiertos. En estas agrupaciones, en el siglo I a.C., hay lugares rituales con restos incinerados y ofrendas quemadas.

Necrópolis

La Tène A
No hay una forma específica de enterramiento céltico. En las primeras etapas hay una continuidad hallstática: inhumación en posición extendida bajo túmulo de piedra; incluso en Inglaterra, donde el rito de la incineración apenas se interrumpe en toda la Edad del Bronce y 1ª Edad del Hierro, aparecen tumbas de inhumación desde el 425 a.C., fecha del primer impacto de La Tène en las Islas Británicas, con la cultura de Arras. Sobre el 100 a.C. volverá la incineración con el grupo de Aylesford.
La diferencia con respecto a Hallstat radica en los ajuares, que son distintos y ofrecen ya objetos decorados con el estilo lateniense antiguo. Son comunes los enterramientos con carros de dos ruedas y con vasos cerámicos de procedencia griega y etrusca.
En los ajuares masculinos predominan las armas: espadas de hierro cortas con lengüeta, puntas de lanza y jabalinas, escudos, yelmos e bronce y arneses. En los femeninos abundan adornos y aderezos para el vestido: torques, brazaletes, anillos, cadenas, fíbulas, espejos y cuentas de collar. Los torques más típicos son los de extremos anudados.
Algunos enterramientos presentan ricos ajuares, generalmente tumbas femeninas. Destacan las de Reinheim y Waldalgesheim, pero en ningún caso se pueden comparar con la riqueza de la época anterior. En las necrópolis pueden encontrarse hasta 200 enterramientos, lo que pone de manifiesto la gran expansión demográfica desde el inicio del siglo V a.C. Las necrópolis no están ubicadas en tierras agrícolas ni en vías comerciales, sino que su distribución parece reflejar una preferencia con la de los minerales del hierro.
En regiones periféricas perduró la incineración de los Urnenfelder tardíos, como en el norte de Alemania y sur del Báltico, mientras que en otras se dan los dos ritos, como en Checoslovaquia.

La Tène B-C
Durante los siglos IV y III a.C., en el período La Tène B-C, las necrópolis son de inhumación sin túmulo, y excepcionalmente incineración. Los hombres son enterrados con sus armas, generalmente una lanza y a veces escudo y espada. Las mujeres con sus joyas: brazaletes, fíbulas, torques y tobilleras de bronce. El oro es escaso y se usa en objetos pequeños. Se desconocen enterramientos con carros, así como importaciones exóticas.
Las necrópolis de La Tène B-C son pequeñas comparadas con las de La Tène A, ya que están formadas por treinta o cuarenta tumbas. Algunas son grandes, pero es debido a su larga duración (Münsingen).

La Tène C
Las necrópolis del siglo II a.C., en el período de La Tène C, se conocen peor. Se observa el crecimiento del rito de la incineración, que se va imponiendo a la inhumación, aunque ésta permanece en muchas regiones. La necrópolis de incineración más interesante es la de la tribu de los escordiscos, en Karaburma (Belgrado), con 170 sepulturas en dos siglos, hasta la ocupación romana.

La Tène D
No se conocen las de las gentes de los oppida, posiblemente por la ausencia de ajuares y depositar las cenizas en la tierra. En este período final aparecen las primeras representaciones figuradas del mundo religioso celta, como el Caldero de Gundestrup (Dinamarca), de la primera mitad del siglo I a.C., forrado de placas de plata con rica ornamentación de escenas de guerreros.

Economía y sociedad

Agricultura
La economía muestra una agricultura evolucionada y de gran productividad. Ocupan amplios territorios y se puede hablar de una estrategia de agricultura extensiva. Hay un cambio en la producción de especies animales y vegetales, en la línea de especialización de etapas precedentes. Cereales y leguminosas son la base alimenticia, con crecimiento del centeno, que se une a trigo, cebada, avena y mijo. Con la cebada elaboran la “cervesia” (nombre galo). Lugar importante ocupan también guisantes, lentejas y habas, así como otras legumbres. Para sus fibras usaban lino y cáñamo.
Desde el siglo IV a.C. se usan arados de hierro, azadas y hoces, y posteriormente la guadaña. La harina se molía a mano, desde el siglo III a.C. con molinos redondos y en el siglo II a.C. aparecen los molinos giratorios.

Ganadería
La ganadería desempeña un importante papel, con parte de las tierras destinadas a pastos. Hay un aumento del ganado bovino, que proporciona más de la mitad de la carne consumida. También el cerdo era apreciado por su carne, siendo el jamón frecunete en ajuares funerarios, y además se salaba. El ganado ovino se criaba principalmente para la producción de lana, con la que se fabricaban tejidos multicolores con motivos geométricos, de gran calidad, adornados incluso con bullones metálicos.

Comercio
La base de la riqueza debió estar en el control de la producción de hierro, que permitió la fabricación de herramientas. El cobre y el oro fueron intercambiados en importaciones, en especial en el valle del Tesino (norte de Italia), ya que objetos cerámicos aparecidos en Hünsruck son similares en el Tesino, y en esta zona del norte de Italia aparecen fíbulas y otros objetos de tipo La Tène. En menor cantidad llegaron objetos a Bélgica, Champagne y el centro de Alemania, seguramente por la ruta del Mosela.
El hierro se usaba para forjar armas ofensivas (espadas y lanzas con rica decoración) y defensivas (cascos, cotas de malla y adornos en escudos), así como numerosos utensilios y piezas, como aros para toneles y ruedas, travesaños y adornos para carros.
La sal y el lignito también se explotaron, siendo la primera uno de los productos más importantes. Las minas de Hallstat se continuaron explotando en La Tène A, y se cerraron a finales del siglo V a.C., surgiendo un nuevo centro en Dürrnberg bei Hallein (Salzburgo), el yacimiento más rico de este período, como queda reflejado en sus ricos enterramientos.
Se constata un comercio en torno a un área nuclear (como en el caso de Mosela el área nuclear de Hunsruck) y otro interregional entre áreas nucleares, como el Tesino con Etruria, Hunsruck con el Tesino, La Champagne con Hunsruck, etc.
Continuó el comercio con el mundo clásico, pero con cambios en la organización, motivos y ornamentación. Desaparecen los grandes centros y se desarrolla en las regiones más allá de los Alpes, a ambos lados del Mosela, con Eifel al norte y Hunsruck al sur. El movimiento de bienes está en manos de los celtas, y la dirección del comercio cambia, teniendo su centro ahora en Europa Central.
A finales del período hay una tendencia a cubrir con productos indígenas las demandas locales, sin cesar las exportaciones. Decae el intercambio de productos por el ámbar, creciendo el interés por el vino. Se importa coral para realizar incrustaciones en adornos metálicos y fíbulas.

Primeras monedas
Continuó la gran calidad de la producción metalúrgica y cerámica. El hierro se comercializaba en barras-lingote. A finales del siglo IV a.C. se constatan las primeras monedas en el continente. En las Islas Británicas no llegaron hasta el siglo I a.C., consecuencia de las migraciones belgas. Se irá sustituyendo el sistema de trueque por el intercambio monetario, lo que supone también una madurez político-social.

Champlevé
Hacia principios del siglo IV a.C. se consigue un esmalte fabricado con vidrio de color, y posteriormente se hace la fusión de este esmalte en huecos labrados con este fin en un soporte de metal. Esta técnica adquiere su máximo desarrollo en las Islas Británicas, y se conoce como “champlevé”. Los colores más usados son rojo, azul y amarillo.

Vidrio y madera
Desde el siglo II a.C. no se importan objetos de vidrio, sino que son de fabricación celta, siendo las cuentas y los brazaletes lo más característico.
También el trabajo en madera tenía gran tradición en los pueblos celtas, pero los latenienses perfeccionan e innovan las técnicas. La tonelería se considera invención celta, y tenían fama los carruajes celtas.

Arte y cultura material

Es una de las aportaciones más destacadas del mundo celta, y se aplica básicamente a objetos pequeños: joyas, armas, vasijas, monedas, etc., aunque también hay algunas esculturas en piedra. Todo el arte tiene caracteres regionales propios, y se han hecho varios intentos de periodización.
En general, pueden establecerse varias fases:

  • Fase de formación (siglo V y principios del IV a.C.): de influencias etruscas.
  • Fase clásica (siglo IV a.C.): con motivos nuevos, posiblemente griegos.
  • Fase manierista (siglos III y II a.C.)
  • Período final

Período orientalizante
En los primeros momentos, entre el 500 y el 400 a.C., se adoptaron los motivos artísticos del Oriente Próximo, pero con un estilo propio, así como el empleo del compás en las realizaciones artísticas. A este período pertenece el cuenco de oro de Schwarzembach (Renania), donde se aprecian frisos de palmetas y flores de loto con marcado carácter indígena.

Grupo de Hunsrück-Eifel
La región de Hunsrück-Eifel fue el centro innovador de la creación artística, siendo el trabajo del metal el principal soporte, y las piezas provenían en su mayoría de enterramientos de la zona del Mosela. Las fíbulas con formas de pájaros o humanas aparecen en Baviera y Bohemia. Aquí el arte es más geométrico y aparece en decoración estampada sobre cuencos cerámicos, siendo fundamental la aparición del torno.
La decoración estampada se encuentra en recipientes para beber, como los cuencos Braubach, con perfil en S, y en pequeños jarros llamados Linsenflaschen, que aparecen en tumbas, con forma de botella y alto cuello. En Baviera aparecen decorados con animales, y este tipo de jarros se constata en el grupo de Hunsrück-Eifel y en toda la Europa Central.

Se toman modelos mediterráneos, sobre todo etruscos, pero se modifican, tendiendo a jugar con las líneas y los volúmenes. El arte del siglo V a.C. va ligado a una élite social (los príncipes), cuyo prestigio está destinado a destacar. La mayor parte de los objetos artísticos encontrados proceden de sepulturas.

Estilo Waldalgesheim
Predominó y se generalizó durante La Tène B, y toma su nombre del rico enterramiento de Waldalgesheim, apareciendo en torques, brazaletes, adornos, guarniciones de carro, lanzas y vainas.

Influencia italiana
La repercusión de la invasión celta de Italia en el mundo del arte se hace evidente en la adopción de motivos vegetales de origen italiota, como el zarcillo. Los compradores de estos objetos son ahora los guerreros.
Los artistas se inspiraron también en la fijación del asa del caldero, de origen italiano, con diseño de zarcillos de vid, hojas, flores, etc., pero transformados en una combinación dinámica de patrones geométricos en los que se entrecuzan las ramas, formando motivos puros o desequilibrados para dar movimiento al dibujo.
Este nuevo estilo se encuentra en Alemania, Suiza, norte de Italia, con derivados en Gran Bretaña y Hungría.

Período final
El final de La Tène B y el comienzo de La Tène C supone la mayor expansión de la cultura de La Tène. Los tipos de espadas, fíbulas y los diferentes estilos son similares desde Turquía hasta Irlanda, y del norte de Italia al sur de Polonia. Entre las fíbulas destacan las de tipo Münsingen, que presentan una roseta decorada.

Religión
Los datos son escasos y la documentación más amplia es sobre las divinidades indígenas de los pueblos celtas conquistados por Roma. No era un conjunto monolítico, sino que incluía una serie de divinidades tribales, dioses locales y cultos propios, con un fondo mitológico común.
Los datos más antiguos proceden de la iconografía, con representaciones de personajes de naturaleza divina que aparecen ya en el siglo V a.C., contemporáneos del arte lateniense. Van asociados al árbol de la vida (muérdago), el señor de los animales y otros temas de origen oriental. Plinio el Viejo destaca la importancia del muérdago para los celtas, símbolo sagrado por excelencia. Otro tema iconográfico es el caballo de cabeza humana, manifestación no conocida anteriormente.
Los druidas eran la casta considerada la élite intelectual, y les correspondía conservar y perpetuar la doctrina.
La civilización de La Tène finaliza con la incorporación de sus territorios al Imperio Romano, y la imposición de la cultura latina. Sin embargo, el desmembramiento del mundo céltico a finales del siglo I a.C. fue sólo aparente, pues la tradición céltica se conservará en muchos aspectos, aunque sí se derrumba el sistema social y económico de los oppida.

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Nociones Básicas

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Abarca desde mediados del siglo VIII a.C. a comienzos del V a.C. Tres son los elementos que influirán en el desarrollo de los distintos períodos en la península:

  • Una fuerte personalidad cultural autóctona, de tradiciones locales, al margen de la civilización de Hallstat.
  • Influencia de grupos ultrapirenaicos que penetran por todos los pasos pirenaicos occidentales en tres etapas, desde el 800 al 500 a.C., y se difunden por todo Levante (especialmente desde el Bajo Aragón), Valle del Ebro, llanura alavesa, la meseta e incluso en el oeste peninsular.
  • Colonizadores del Mediterráneo oriental: fenicios y griegos, sobre todo en el litoral levantino y meridional, y en regiones occidentales. Su comercio y nuevas tecnologías (torno de alfarero y metalurgia del hierro) se extenderán por toda la península, con un influjo determinante para la formación de la cultura ibérica.

Los elementos mediterráneos aparecen en las zonas más orientales desde el siglo VII a.C., sobre todo fenicios, y desde el VI a.C. se inicia un horizonte ibérico antiguo con cerámicas escasas y elementos mediterráneos, pero con materiales y costumbres de los Campos de Urnas del Hierro I (necrópolis de incineración, tumbas planas o tumulares y cerámicas pintadas bícromas).
El elemento más antiguo del Mediterráneo oriental, fruto del comercio fenicio, es la estela antropomorfa del Valpalmas (Zaragoza). Desde el siglo VII a.C. llegan fíbulas de pivotes y doble resorte. El comercio colonial acentúa la acumulación de riqueza y el afán de controlarla.
Desde el siglo V a.C. se puede hablar de la iberización del área oriental y meridional, y de la formación de los grandes círculos culturales del Hierro Céltico en el interior y noroeste, ya en la 2ª Edad del Hierro.

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Campos de Urnas Tardíos

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Sociedad. Economía. Metalurgia. Industrias

Gran diversidad de grupos y modos de vida. Tenemos poco conocimiento de su vida social, aunque no parece haber una estratificación importante, pero sí algún tipo de autoridad.
Se produce una revitalización de la agricultura, con nuevas especies y nuevas técnicas. La recolección de frutas, nueces, avellanas, etc., contribuye a la dieta. La ganadería, con nuevas especies y auge del caballo, es el segundo apoyo económico. La influencia fenicia aportará la cría selectiva e introducirá el asno, la gallina y el gato. También había caza, pesca fluvial y recolección de moluscos. En las zonas del sur la pesca es una actividad importante, con la novedad de los salazones.
Se produce una industrialización, pasando de artesanos familiares a manufacturas hechas por especialistas. Existe una metalurgia desarrollada en el noroeste, con hachas, hoces, cinceles y brazaletes, en una producción autosuficiente. El hierro sustituye paulatinamente al bronce, y hay hornos. Se ha constatado la existencia de industria textil por la presencia de útiles empleados en su fabricación (pesas de telar vertical y fusayolas), de carácter local, pero puede que existieran talleres especializados por la gran concentración de estos útiles.
Hay gran movilidad de los grupos humanos favorecida por un transporte evolucionado: carros, carretas y tal vez el caballo.

Urbanismo

Se puede hablar ya de urbanismo, que se generaliza con rapidez en el valle del Ebro en poblados de patrón continental, pero con diferencias según la adaptación al terreno. Se ubican en cabezos de fácil defensa y en llanuras (como el de Cortes de Navarra), siempre cercanos al agua y a tierras cultivables.
Las defensas van desde el muro formado por las paredes de las viviendas en los poblados más antiguos a verdaderos oppida, como en Cortes de Navarra o Soto de Medinilla. Posiblemente hubo empalizadas y fosos. Destacar los recintos alaveses (de hasta 5 m de anchura con muros de piedra y el interior relleno) y los castros de la Meseta.
En el valle del Ebro hay una planificación: las casas rectangulares están en torno a una calle o plaza, con cimientos de piedra y adobe y tapial para el alzado. En la Meseta y Álava las casas (circulares y pequeños recintos) se colocan sin organización. La madera y adobe son típicos de la Meseta, con suelos de tierra apisonada y techos vegetales en las casas rectangulares, a doble o una vertiente, y en las circulares, cónicos. Las rectangulares suelen tener una sóla dependencia, a veces con vestíbulo y altillo, con bancos y hogares en su interior.

Ritos funerarios. Necrópolis

Aunque existen varios tipos de enterramientos, se generaliza la incineración, que se hace tanto en el mismo lugar de enterramiento como en hornos hechos a tal fin (ustrinas).
Hay necrópolis de gran extensión y larga duración. Las sepulturas, sin orden, son hoyos de entre 0’5 y 1 m de diámetro, donde se introduce la urna y el ajuar. A veces se colocan ofrendas (pequeños recipientes, fíbulas, broches, botones, placas de cinturón) y raramente armas (masculinas) y diademas o fusayolas (femeninas). Los objetos metálicos aparecen raramente en los ajuares, siendo escaso el hierro y más común el bronce y algo de oro.
En el Bajo Aragón hay necrópolis tumulares con dos variantes:

  • Grandes túmulos circulares (a veces cuadrangulares) en la cuenca del Algas y el Matarraña, bien representados en San Cristóbal de Mazaleón (Teruel). Se encuentran cerca de los poblados, sin orden y con pocas sepulturas. Se cree que eran de gente importante, aunque el ajuar es escaso, y las cistas están orientadas a poniente. Normalmente son individuales.
  • Tumbas cuadrangulares más pequeñas, con cista central, aunque a veces las hay excéntricas y con túmulo. Tienen muchas sepulturas. Destacan Roquizal del Rullo y Azaila, donde hay tres tipos: túmulos, encanchados de diversas formas y sepulturas sin estructuras externas.

No quedan evidencias de lugares de culto, artes figurativas ni simbólicas. Tan sólo destacar algunos elementos muebles:

  • Tres recipientes del Cabezo de Monleón (Caspe): Kernoi o gran vasija a la que se adaptan cuatro vasitos, de origen oriental.
  • Thymaterion céltico de Calceite, de mediados del siglo VII a.C., también de origen oriental.

Cerámica

La cerámica adquiere en el área meridional, entre los siglos VII y VII a.C., un gran impulso, consecuencia del uso del torno, en el área de influencia fenicia. En Levante lo hará un siglo después, y a finales del siglo V a.C. en el interior peninsular.
En la mayor parte de la 1ª Edad del Hierro en las zonas de Campos de Urnas perdura la fabricación local a mano, en alfares especializados y a torno lento. A finales del siglo VII a.C., en los grupos próximos a las costas, aparecen las cerámicas de importación, primero fenicias y desde el 575 a.C. griegas, que son productos de lujo.

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Tartessos

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Referencias

Hay abundantes datos sobre Tartessos en fuentes escritas, desde la Tarshish bíblica o la estela de Nora, hasta textos antiguos griegos (desde el sigo VII al I a.C.) y latinos.
Asimismo, hay datos arqueológicos, pero sigue siendo un problema histórico sin resolver.

Hipótesis de su origen

Existen dos hipótesis sobre su origen:

  • Evolucionista: la influencia oriental es un mero episodio en la evolución autóctona de Tartessos.
  • Colonialista: Tartessos es una provincia de la gran “Koiné” mediterránea orientalizante.

Etapas

Etapa geométrica
Es la etapa tartéssica inicial, anterior al impacto fenicio, y que comienza al inicio del I milenio y finaliza avanzado el siglo VIII a.C. con la colonización, manteniéndose los productos incluso hasta el siglo VII a.C. (en el Bronce Final).

Etapa orientalizante
Etapa de desarrollo y prosperidad desde la segunda mitad del siglo VIII a.C. La economía fuerte y los recursos mineros convierten a Tartessos en un foco de atracción del comercio para griegos y fenicios, que fundan colonias.
Hay controversias sobre el grado de influencia fenicia y su cronología. Se quedan en la zona y comercializan los productos tartésicos. Es también discutida la presencia chipriótica y griega, aunque existen elementos materiales de ambas culturas.

Localización. Forma de gobierno

El núcleo principal de Tartessos se localiza en el Mediodía peninsular, con el foco central en la zona de Huelva y el bajo Guadalquivir.
La forma de gobierno era la monarquía (similar a las del Mediterráneo oriental), siendo uno de los reyes más conocidos y mitificados Argantonio (670-550 a.C.)

Organización social. Ritos funerarios. Necrópolis. Economía

En la sociedad había distintos grupos según sus actividades laborales. Además de una nobleza (que no trabajaba) había un artesanado especializado, que gozaba de un estatus superior al resto de trabajadores.
La diferenciación social se pone de manifiesto en los enterramientos, en los cuales se han hallado ajuares de gran riqueza de las gentes de mayor relevancia social. Las tumbas más ricas presentan cámara, estructura tumular y ajuar suntuoso. Una de las necrópolis más importantes es La Joya (Huelva), que cuenta con un carro, jarros y braserillos, y platos con restos de comida. Este ritual evidencia la influencia fenicia. En algunos casos (necrópolis de Setefilla, La Joya y Carmona) aparecen inhumaciones e incineraciones al mismo tiempo.
En la economía tuvo gran importancia de metalurgia y la minería, siendo la provincia de Huelva el foco más importante del momento, lo que proporcionó a fenicios y griegos gran cantidad de metales para su posterior exportación a Oriente.
El interés por el estaño provocó la expansión tartésica hacia Extremadura y el occidente peninsular. La agricultura y la ganadería fueron importantes, con innovaciones como la aplicación del hierro a los instrumentos agrícolas. Se constata la difusión de vino y aceite de oliva, posiblemente resultado del intercambio comercial con griegos y fenicios.

Orfebrería. Cerámica

La orfebrería fue importante, con influencia fenicia tanto en formas como en técnicas y decoración. El granulado y la filigrana se aprecian en el conjunto de joyas de oro de los tesoros de La Aliseda (600 a.C.) y El Carambolo (600-550 a.C.), con brazaletes, arracadas, collares y diademas que responden al refinado lujo oriental.
También eran apreciados los productos de la toréutica, con bronces de gran calidad, como los braserillo, que eran jarros con asas usados en rituales funerarios, con perfil piriforme, boca plana en forma de trébol y asas unidas con palmetas. Este tipo se constata en Grecia, Etruria, Chipre y Fenicia.
El marfil fue utilizado para objetos de lujo, como placas para adornar cajas, peines, cucharas, etc. La decoración es incisa, con temas animalísticos, humanos y florales.
Destaca la aparición de la cerámica a torno, introducido por los fenicios, una policromada y otra con engobe rojo de tradición fenicia.
Existe la escritura, con signos y grafitos en cerámicas y otros artefactos, aunque se está lejos de poder interpretarla.

Asentamientos

Sólo se conocen asentamientos modestos, como el Cerro Macareno o el Carambolo, de casas cuadrangulares de varias estancias, en piedra, adobe y tapial, con cubierta de madera y fibras vegetales. Estas viviendas se generalizan y sustituyen a las casas circulares de las fases más antiguas.
Existen fortificaciones en Tejada la Vieja, con murallas y torres circulares, y en Setefilla, con dos lienzos paralelos de muralla.

Hipótesis sobre su final

Schulten creía que Tartessos fue destruido por el ejército de Cartago, pero hoy día no se cree que fuera así. Tartessos inicia su decadencia en el siglo VI a.C., debida a un complejo proceso en el que intervienen diversos factores:

  • Decadencia interna por la disgregación de la monarquía.
  • Razones económicas, como la pérdida del monopolio del estaño y la absoluta dependencia de los fenicios en el mercado mediterráneo, con enfrentamientos entre fenicios y tartésicos, con pérdida de estos últimos. Los griegos encuentran nuevos focos de estaño en el sur de Francia, y los fenicios en el Atlántico.
  • Afán imperialista de Cartago.
  • Creciente desarrollo de la metalurgia del hierro, con culturas provenientes de la Meseta, los ibéricos clásicos y la creciente presión de los celtas que penetran en tierras tartésicas desde el siglo VI a.C.

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Islas Baleares

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Es un período influido por el impacto colonial desde el 630 a.C., cuando los púnicos se instalan en Ibiza. Aunque perviven tipos constructivos anteriores, nacen nuevos hábitat con estancia de planta cuadrada y sin talayot, como Amallutx.
Los enterramientos son de inhumación en cuevas naturales o artificiales, en necrópolis con sepulturas de tipos variados, especialmente navetiformes. Es conocida la necrópolis de Son Real (Mallorca), con ajuares pobres.
La cerámica ofrece formas sencillas, sobre todo troncocónicas con paredes rectas muy abiertas, de fondo plano, y pequeña asa anular, cuencos, tazas con dos asas, ollas, jarras y cubiletes. Generalmente es lisa, salvo alguna pintada o con protuberancias, y también las hay importadas.
En bronce destacan las figurillas conocidas como “Marte baleárico”, relacionadas con el culto a alguna divinidad oriental. Hay cuernos rematados en cabeza de toro, figurillas de palomas y panteras, y el conjunto de Costix, con tres cabezas y cuernos (de posible culto al toro, ya en siglo I a.C.).
Perduran hachas de cubo y puntas de lanza, y aparecen discos de bronce y de hierro decorados, armas, útiles y adornos de épocas ya avanzadas.

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Terminología

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En el Congreso Nacional de Arqueología de 1949 se establece para la Edad del Bronce en la Península Ibérica una periodización de tres etapas, que posteriormente se han convertido en cuatro: Bronce Antiguo, Medio, Reciente y Final. Para algunos autores, el Bronce Reciente y Final son términos equivalentes, si bien ésto no es absolutamente válido para todas las áreas con el mismo contenido y cronología. En algunas regiones aparece también un Bronce Tardío, entre el Bronce Medio y Final.

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Conceptos Generales

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El último período de la Edad del Bronce, cuyos límites cronológicos se sitúan entre 1250 y 750 a.C., se caracterizó por una serie de movimientos y cambios que afectaron a gran parte de Europa tras la relativa estabilidad alcanzada durante el Bronce Medio. En Europa Central se desarrolló la cultura de los Campos de Urnas, que acabó extendiéndose a casi todas las regiones, difundiendo el rito funerario de la incineración, mientras que en el Mediterráneo oriental fue una época de agitación cultural en la que tanto adversos fenómenos naturales como movimientos de pueblos contribuyeron a la decadencia de la civilización micénica y a la entrada de Grecia en la denominada Edad Oscura.
El Bronce Final es el último período prehistórico, en el que se dan las transformaciones a todos los niveles que darán lugar a los pueblos históricos. Existe mayor dinamismo que en etapas anteriores y un aumento de las relaciones, tanto a nivel peninsular como con otros pueblos. A finales del II milenio llegan distintas corrientes a la Península:

  • Atlántica: afecta al oeste y norte de la Península, así como a Andalucía occidental y la Meseta. Trae tradiciones de Bretaña, Irlanda, Islas Británicas y países escandinavos. Aporta una técnica metalúrgica avanzada, nuevas armas y la aleación cobre-estaño y plomo.
  • Centroeuropa: penetra por los Pirineos, afectando desde Cataluña al País Vasco y desde Castellón a parte de la provincia de Albacete por el sureste. Difunde los Campos de Túmulos y de Urnas, con cambios en la cultura (material, lengua, etnias), generalización de la incineración y aporte de metalurgia desarrollada y nuevas armas.
  • Mediterráneo: corriente antigua, con cruces con la atlántica. Comienzo de los contactos directos desde el oriente, preludio del influjo comercial fenicio y griego. Aporta la cerámica de retícula bruñida, pintada y con barniz rojo, estelas en los enterramientos, objetos diversos (espejos, pinzas, fíbulas, instrumentos musicales) y quizás la escritura (signos del fragmento de cerámica del Cerro de los Quemados, en Córdoba).

Todas estas aportaciones, unidas al substrato indígena existente, permiten establecer periodizaciones, como Bronce Reciente I, II y III, aunque no de manera homogénea.
Característicos de esta época son los depósitos de bronce, conjunto de piezas entre las que destacan las armas, de tipología avanzada (puntas de lanza, hachas). Su buena factura parece indicar que eran piezas para algún grupo social de rango o jerarquía superior. Estos depósitos muestran una intencionalidad al depositar juntas las piezas metálicas, algunas de ellas no utilizadas, y no pueden ser asociadas a ningún yacimiento ni a otros materiales distintos. Se cree que eran ofrendas a la divinidad, con carácter votivo.

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Áreas Geográficas

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Fachada Mediterránea

Levante y Sureste
El Levante tiene dos fases:

  • I (hasta el siglo VIII a.C.): con cadencias del Bronce Tardío.
  • II (desde el siglo VIII a.C.): con nuevos asentamientos.

El Sureste (válido también para Levante, Granada y Jaén) tiene tres fases:

  • I (1100/1000-850 a.C.): introducción del rito de la incineración, con influjos mediterráneos.
  • II (850-750 a.C.): cada vez más influjos de Andalucía occidental y fuertes relaciones exteriores.
  • III (800/750-725/700 a.C.): valores orientalizantes, preibérica, de transición a la Edad del Hierro.

Las viviendas son de planta circular u oval, zócalo de piedra y paredes enlucidas de adobe, tapial y ramajes. La economía se basa en la agricultura de regadío, ganadería de ovejas y cabras y algo de caza y pesca. Existe industria textil y poco desarrollo de la metalurgia, si bien destaca la orfebrería, quizás con fines comerciales, con tesoros como Cabezo Redondo o Villena (este último con cuencos de oro, botellas de oro y plata, brazaletes de oro y piezas de un cetro, entre 1000 y 650 a.C.).
En esta zona hay una etapa llamada Bronce Tardío, que no es una fase argárica pero se basa en ella, y se desarrolla en dicha área del Bronce valenciano y Andalucía. Los poblados son continuidad de los argáricos y también los hay de nueva creación, siendo muy representativo el de Fuente Álamo (Almería). Están ubicados en lugares de fácil defensa y en cerros poco elevados (Los Saladares en Orihuela, Murcia). Tienen calles estrechas irregulares y casas agrupadas de planta rectangular o circular, hechas con ramajes y barro con zócalos de mampostería. En Purullena (Granada), hacia el 1250 a.C. se detectan casas rectangulares con zócalos de piedra.
La base económica era la agricultura y la ganadería (caballos, bueyes, ovejas y cabras), con indicios de trashumancia con la meseta, posible fuente de transmisión entre las corrientes atlántica del noroeste y las del sureste, que alcanzan su plenitud en el Bronce Reciente.
En los materiales destacan las puntas de flecha y punzones de hueso, dientes de hoz de sílex y molederas de piedra pulimentada, brazaletes de piedra y pesas de telar. La cerámica es variada, pudiendo ser lisas, incisas, tipo boquique y excisas tipo Cogotas, testimoniando la influencia de la Meseta en la zona.

Nordeste. Campos de Urnas
En el Nordeste peninsular se da el complejo fenómeno del Campo de Urnas, que surge en Europa centro-oriental hacia el siglo XIII a.C., con un rito funerario de incineraciones en urnas agrupadas en grandes necrópolis, que se va extendiendo por toda Europa.
Es una etapa compleja, con variaciones geográficas y cronológicas, can base autóctona y nuevas aportaciones (material, lingüísticas y étnicas). Se han establecido periodizaciones, habiendo llegado los primeros tal vez antes del 1100 a.C. por los pasos orientales de los Pirineos, extendiéndose desde el Ampurdán al campo de Tarragona, penetrando en el Bajo Aragón y el Bajo Segre. Hay poblados al aire libre y en cueva, de carácter agrícola y necrópolis pequeñas de campos de urnas y en cuevas. La cerámica es bitroncocónica de perfil carenado con acanaladuras, semejantes a las del Languedoc. También tenían tecnología del bronce y arado de tracción animal.
Entrado el I milenio se produce una evolución local y una expansión por todo el cuadrante nordeste, con la casi total absorción del substrato precedente. Aumentan los poblados y son más extensos, así como las necrópolis. La expansión da lugar a diversos grupos locales:

  • Ampurdán: poblados de poca entidad. Destaca la necrópolis de Agullana, con más de 500 sepulturas, algunas con ajuares.
  • Centro y Sur de Cataluña: continuidad y crecimiento demográfico, con hábitats en llanura. El poblado de Molá tiene casas rectangulares de piedra y adobe. Las necrópolis son pequeñas, y el metal escaso.
  • Segre: los primeros campos de urnas aparecen en el Bronce Medio, Los poblados se ubican en cerros de fácil defensa, y son pequeños. Los enterramientos son en cistas y túmulos (Llardecans y Pedrós, en Lérida). Aparecen moldes de fundición.
  • Bajo Aragón: comienza a finales del siglo X a.C., con importante agricultura cerealista, con tipos metálicos de fabricación local. Importante ganadería trashumante. Enterramientos (Els Castellets, en Mequinenza) y poblados (Palermo, en Caspe) son como en el grupo anterior.

Fachada Atlántica

El Bronce Atlántico es un complejo tecnológico y de cultura material, especialmente bronce y orfebrería, que se extiende por las regiones marítimas del continente europeo, favorecido por la navegación.
En la Península se desarrolla en todas las zonas costeras, desde Vizcaya hasta Cádiz, con focos destacados en áreas minero-metalúrgicas y penetraciones en el interior: Meseta (montañas de Palencia y León), Extremadura y Andalucía occidental. La industria metalúrgica local asimila los tipos nuevos, pero también los crea y difunde.
Se han establecido unas fases de evolución, si bien poco sistematizadas al no poder determinar cronologías idénticas en todas las zonas:

  • I: 1250-1150 a.C.
  • II: 1100-900 a.C.
  • III: 900-800 a.C.
  • IV: 800-750/700 a.C.

Noroeste y cornisa cantábrica
Abarca Galicia y norte de Portugal, con penetración a la meseta norte (futura cultura castreña) y zona este de Asturias y Santander. Tiene dos facies diferentes:

  • B.R.I (1200-900 a.C.): el útil característico es el hacha de talón (imitación francesa) o tope (con nervio central, de talleres locales) para deforestación, con producción masiva, exportándose a otras regiones. Los de una anilla se usarían como hachas y los de dos como azuelas. Hay hachas de cubo de origen bretón, escoplos, cinceles, cuchillas de afeitar y espadas tipo estoque largo (argáricas), y en momentos avanzados pistiliformes de empuñadura calada (origen bretón. La orfebrería está representada por pulseras de oro y torques de origen irlandés. En el arte, continúan los petroglifos.
  • B.R.II (desde 900 a.C.): coincide con el Bronce Final III europeo, y comienza con la llegada de gentes centroeuropeas con nuevos tipos de armas, en especial espadas de hoja larga, punta de “lengua de carpa” o “gota de sebo”, empuñadura de lengüeta calada, así como puntas de lanza y hoces lisas o con nervaduras. Continúan las hachas con talón con una o dos anillas laterales, puñales y calderos con remaches de origen irlandés (Cabarceno). La orfebrería está representada por pulseras y cuencos de oro (Tesoro de Riantxo).

Extremadura
Es zona puente entre el noroeste y suroeste, de encuentro de todas las corrientes y de difusión hacia el interior. Se desarrolla una cultura con unidad y personalidad propia, con arraigado substrato autóctono e influjo de las tres corrientes, al que se une la metalurgia y nuevos tipos de orfebrería y cerámica.
Lo más representativo aparece en depósitos de objetos de bronce, escondrijos de oro y arte rupestre. En el poblado de Valcorchero hay una necrópolis de cistas de piedra con chozas de planta circular. La cueva del Boquique da nombre a un tipo cerámico. Además de Boquique también aparecen cerámicas incisas, excisas, bruñidas y pintadas geométricas.
La técnica del metal está desarrollada, con hachas, puntas de lanza, escoplos, alfileres de cabeza redondeada, colgantes, etc., y en la orfebrería destacan los torques de oro con decoración geométrica, cadenas de espirales y brazaletes de ascendencia bretona, en tesoros como Sagrajas (Badajoz) y Bezorcana (Cáceres).
Destacan los ídolos-estelas con insculturas antropomorfas, relacionadas con las estelas. En todas aparece una representación del inhumado rodeado de sus armas, en los primeros esquemáticamente y en las segundas con muchos detalles. Las fechas de estas estelas se han establecido entre 1000-800 a.C. y 1100-800 a.C.

Andalucía occidental
Se inicia hacia el siglo X a.C. y se desarrolla en los dos siglo siguientes, en las tierras bajas de Huelva, depresión bética y zonas bajas de Sierra Morena.
Cerámica con decoración bruñida y pintada geométrica, junto con armas, como espadas pistiliformes de empuñadura maciza y puñales y espadas con empuñadura calada y punta “lengua de carpa”, abundantes en la ría de Huelva, donde aparecen además puntas y regatones de lanza, torques, broches de cinturón, fíbulas, botones, adornos y fragmentos de casco.
La base económica era la metalurgia de cobre y plata, con asentamientos permanentes en zonas mineras, y comercio de largo alcance. Uso de la aleación cobre, estaño y plomo, característica de objetos de la Península Ibérica. Hay martillos de piedra, moldes de cerámica, escorias y hornos de fundición que testimonian esta actividad.

Suroeste
El inicio del Bronce Final es continuación del Bronce del Suroeste II, salvo transformaciones en el valle del Guadalquivir.
Se incrementan las relaciones entre las regiones, que dará lugar a la Cultura Tartésica, que se desarrolla en una zona de recursos naturales. Los poblados se ubican en cerros, con y sin defensas, y las necrópolis son de inhumación en cistas más pequeñas, con las estelas alemtejanas en algunas sepulturas.
La cerámica ofrece vasos con carena muy marcada decorados con surcos, botellas con gallones en relieve, cuencos, cazuelas, ollas de fondo plano y decoraciones a base de bruñido.
El metal es escaso al inicio, pero aumenta en torno al cambio de milenio, apareciendo puñales cortos con remaches, hachas planas con rebordes, y al final espadas con “lengua de carpa” y lengüeta calada. En la orfebrería destacan grandes torques y brazaletes de oro.

Meseta

Meseta Norte. Cultura de Cogotas I
Esta etapa está representada por la cultura de Cogotas I en base a cerámicas excisas. Tiene sus raíces en la fase más antigua del castro de Las Cogotas (Ávila), del Bronce Medio, y se desarrolla durante el Bronce Final y la Edad del Hierro (Cogotas II). Tiene raíces autóctonas, y arranca sobre el 1400 a.C., siendo los yacimientos más representativos Los Tolmos de Caracena (Soria) y la Cueva de Arevalillo (Segovia), ambos de signo Protocogotas.
Se presenta asociada al Campaniforme Ciempozuelos a través de Protocogotas, con una cerámica hecha a mano con decoración excisa y de boquique. Su economía estaba basada en una desarrollada agricultura cerealista y el pastoreo de ovicápridos y vacas. Vivían en cerros con defensas naturales y artificiales, normalmente en zonas fértiles, y se han identificado numerosos “fondos de cabaña” (estructuras en pozo, posibles plantas de vivienda), abundantes en los valles del Duero y Manzanares (yacimiento de Perales del Río). Se conocen pocos enterramientos, con inhumación normalmente individual acompañada de ajuar cerámico (San Martín de la Hornija, Valladolid).
Se puede establecer una secuencia cronológica del Bronce Final en base al armamento metálico de la zona:

  • Bronce Final I (1200-1100 a.C.): dos hachas de talón con una anilla procedentes de Beratón (Soria), el hacha de Diego Álvaro (Ávila) y el depósito de Valdevimbre (León).
  • Bronce Final II (1100-900 a.C.): armamento con novedades metálicas del desarrollo de los Campos de Urnas, plasmado en las espadas de hoja pistiliforme. Incorporación a la órbita económica del atlantismo. Aparecen las hachas de apéndices laterales (de Oriente Medio), a partir del 1000 a.C. hacia el sur de la Península. Destaca el depósito de Huerta de Arriba (Burgos), del 900 a.C.
  • Bronce Final III (900-700 a.C.): progresiva sustitución de las espadas de hoja pistiliforme por las espadas de punta “lengua de carpa” o “gota de sebo”.

Finaliza la Edad del bronce en la Meseta cuando llega la metalurgia del hierro, que se irá imponiendo sobre el bronce desde el 700 a.C.

Meseta Sur
Recibió por Extremadura influencias del Bronce Atlántico y de Cogotas I. Hay poblados con “fondos de cabañas”, y un enterramiento individual en Vaciamadrid, del 1100 a.C. El material es escaso e indica continuidad, al igual que el metal, pero con tipos modernos, lo que parece indicar que esta zona intervino en canjes con regiones colindantes. La economía es ganadera, pero sobre todo agrícola.
Se distinguen dos horizontes:

  • Pantoja (antes del 1000 a.C.): similar al extremeño de Boquique.
  • Ecce Homo (desde el 1000 a.C.): con cuchillos y láminas de sílex y molederas, cerámicas lisas, incisas de tipo campaniforme, excisas, de boquique, pellizcadas y pintadas.

País Vasco, Navarra y Aragón

A comienzos del I milenio entran en la Península por los Pirineos aportaciones que terminarán desplazando al substrato autóctono. Llegan grupos por los Pirineos centrales hasta el Ebro, por las cuencas del Segre y Cinca, y por los Pirineos occidentales hasta tierras navarras y vascas. Traen útiles del Bronce Final, como espadas de empuñadura calada y hachas de talón con anillas, cuencos de oro (Axtroki), urbanismo, una agricultura desarrollada y cerámicas excisas diferentes de las meseteñas.
Existen dos tipos de poblados: en alturas, de fácil defensa y economía ganadera, y en llanura, en tierras agrícolas. Ocasionalmente se utilizaron cuevas como hábitat y sepultura. Se practicó la incineración en hoyos, que perduran hasta la Edad del Hierro, y también necrópolis tumulares. La metalurgia queda reflejada por la presencia de moldes.

Baleares

Talayótico I
El Bronce Final está representado por el Talayótico I (entre los siglos XIV-VIII a.C.), caracterizado por los talayotes, torres de planta circular, oval o cuadrada, adaptadas a la topografía, alzados en mampostería y de forma troncocónica o troncopiramidal. Algunas son macizas y otras tienen cámaras con corredor, con muros de aparejo ciclópeo al exterior y de menor tamaño por el interior, con puerta de acceso, y a veces con pilar central.
Las cubiertas son con losas (planas o triangulares), falsa cúpula e incluso madera. Probablemente tuvieran terrazas, aunque se desconoce.
Existen varias interpretaciones sobre su significado: recintos defensivos de vigilancia, de carácter funerario o como hábitat. Al talayot se le adosan construcciones que forman el poblado, con murallas de aparejo ciclópeo y planta circular o cuadrada.
En Menorca aparecen construcciones originales:

  • Salas hipóstilas: cubiertas con losas planas y construidas con múltiples columnas.
  • Navetas: recintos funerarios, como la de Els Tudons (Ciudadela). Están hechas con aparejo ciclópeo, planta de herradura alargada, ovalada o circular, con el lado frontal recto donde está la puerta, con corredor. Algunas tenían otro piso y se cubrían con falsa cúpula o losas sobre cuatro columnas en el eje central. Posiblemente algunas de ellas fueran viviendas.
  • Taulas: monolito vertical prismático sobre el que se apoya otro horizontal. Hay diversas opiniones sobre su finalidad: columna central que sostiene la techumbre de un edificio, mesas de sacrificio o de sentido religioso.

En las dos islas hay dólmenes y cuevas artificiales, las cuales forman necrópolis en Menorca, con pequeñas hornacinas en la roca para depositar urnas funerarias, y pozos con escalera excavados en la roca.
Existe un monumento desconocido en Som Ons (Mallorca), escalonado, con muros ciclópeos, junto a una cueva funeraria de triple cámara y cerca de un poblado. Todo el conjunto pudiera tener finalidad ritual.
El contexto material difiere de la etapa anterior como consecuencia de las relaciones con el Mediterráneo occidental. En bronce aparecen espadas de empuñadura maciza, de hoja ancha y nervio marcado, similares a las de tipo europeo y cronologías de mediados del siglo IX a.C. También hay hachas planas de filo abierto de los siglos IX y VIII a.C.
En los adornos aparecen pectorales o gargantillas hechas con varillas, así como un cinturón de bronce con púas (La Lloseta).
La cerámica tiene diversas tipologías (hasta 9), hecha a mano, con material de baja calidad y color negruzco.

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